Una niña iba paseando por el bosque cuando se encontró con una abuelita muy amable que le dijo:
- Toma este puchero, hija. Cuando tengas hambre, levantas la tapadera y dices “Cuece, pucherito, cuece”. Enseguida verás que se llena con la comida que deseas. Cuando ya no tengas apetito, le dices: “Basta, pucherito, basta”. Y el puchero se vaciará.
La niña agradeció el regalo y se lo llevó a su casa.
Un día, una vecina oyó desde la ventana que la niña decía: “Cuece, pucherito, cuece”, y vio que el puchero le preparaba un delicioso guiso. Como era muy envidiosa, decidió robar el puchero. Y así lo hizo.
La vecina llevó el puchero a su casa. Y mientras pensaba en un buen plato de natillas, ordenó: “Cuece, pucherito, cuece”.
Al instante, el puchero empezó a preparar las natillas. La mujer comía y comía, y del puchero seguían saliendo más y más natillas. Aquello nunca se acaba y la mujer no sabía qué hacer.
Las natillas salieron y salieron hasta llenar la casa y después la calle y luego todo el barrio… Y siguieron saliendo hasta que llegó la niña y dijo: “Basta, pucherito, basta”.
La vecina tuvo que limpiar todas las casas y las calles del pueblo. Y por supuesto, no volvió a probar las natillas en toda su vida.
1. Después de leer el texto, es tiempo para responder a las preguntas:
- ¿Qué le regaló la anciana a la niña?
- ¿Qué podía hacer el puchero?
- ¿Qué decidió hacer la vecina de la niña?
- ¿Qué ocurrió en el pueblo?
- Imagina que te regalan ese puchero mágico, ¿qué comida pedirías tú?
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